miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL COLOR DE LA PIEL HUMANA


VITAMINA D Y EL COLOR DE LA PIEL



"Los seres humanos en su mayoría no son ni muy blancos ni muy oscuro: son morenos. La blanquísima piel de los europeos septentrionales y sus descendientes y las negrísimas pieles de los centroafricanos y sus descendientes, no son probablemente sino adaptaciones especiales. 

Es posible que los negros y los blancos contemporáneos hayan compartido, hace tan sólo 10.000 años, los mismos antepasados de piel morena.

 La piel humana debe su color a la presencia de unas partículas llamadas melanina. La función principal de la melanina es la de proteger las capas cutáneas superficiales de los daños que podrían ocasionarle los rayos ultravioleta irradiados por el sol. Esta radiación plantea, dado que carecemos de una densa capa de pelo que nos sirva de protección solar como la mayoría de los mamíferos. La falta de pelo nos expone a dos clases de peligros por irradiación: las quemaduras corrientes con sus ampollas, sus sarpullidos y sus riesgo de infección, y los diversos tipos de cáncer de piel, entre ellos el melanoma que es uno de los más mortíferos que existen. La melanina constituye la primera línea de defensa del organismo contra estas enfermedades .Cuanto mayor el número de partículas de melanina, más morena será la piel y menor el riesgo de quemaduras y cáncer de piel. Esto explica por qué los mayores porcentajes de piel se dan en países soleados como Australia, donde personas de piel clara, descendientes de europeos, pasan buena parte de sus vidas al aire libre ligeramente ataviados. Las personas de piel muy oscura rara veces contraen este tipo de cáncer. Cuando ello sucede, éste sucede en las partes del cuerpo sin pigmento (labios y palmas de las manos).


Si la exposición a la radiación solar sólo tuviera efectos perjudiciales, la selección natural se habría decantado por el negro betún para todas las poblaciones humanas. Pero los rayos del sol también son beneficiosos, de hecho son necesarios ya que al incidir sobre la piel, la luz del sol se convierte en vitamina D las sustancias grasas de la epidermis. La sangre transporta la vitamina D a los intestinos (convirtiéndola en una hormona), donde desempeña un papel fundamental en la absorción del calcio. Por su parte, el calcio es indispensable para la fortaleza de los huesos. Sin él, las personas contraen dolencias deformadoras como el raquitismo y la osteomalacia. En las mujeresla deficiencia de calcio puede originar una deformación del conducto pélvico, con la secuela de parto mortal para la madre y el feto. La vitamina D se obtiene de pocos alimentos, principalmente de aceites e hígados de peces marinos, pero las poblaciones del interior se ven obligadas a depender de los rayos del sol y de su propia piel para obtener el suministro de esta sustancia fundamental.


  El color de la piel específico de una población humana representa una solución de compromiso entre los peligros de una radiación excesiva y los de una radiación insuficiente, es decir, entre las quemaduras agudas y el cáncer de piel, por un lado, y el raquitismo y la osteomalacia, por otro. Dicha solución de compromiso explica el predominio mundial de los morenos y la tendencia general a una piel más oscura entre las poblaciones ecuatoriales y más claras entre las que habitan en latitudes más altas. En las latitudes medias, la piel sigue la estrategia de cambiar de color según las estaciones. Alrededor de la cuenca mediterránea, por ejemplo, la exposición al sol estival conlleva alto riesgo de cáncer y un riesgo pequeño de raquitismo, el cuerpo produce más melanina y se oscurece (se broncea).El invierno reduce el riesgo de quemaduras y cáncer, el cuerpo produce menos melanina y el bronceado desaparece. La correlación entre el color de piel y la latitud no es perfecta, porque otros factores (como la disponibilidad de alimentos ricos en vitamina D, la nubosidad invernal, la cantidad de ropa que se vista y las preferencias culturales) puede obrar a favor o en contra de la relación predicha. Los esquimales del ártico, por ejemplo, en contra de lo que podía preverse no son de piel clara, pero su hábitat y su economía les permite una dieta excepcionalmente rica en vitamina D y calcio.


Los europeos septentrionales, que se ven obligados a vestir abundantes ropas para protegerse de los inviernos fríos y largos siempre corrieron el riesgo de contraer raquitismo y osteomalacia por la falta de vitamina D y calcio.

 Este riesgo aumentó en cierto momento a partir del 6000 a.C.,cuando hacen su aparición en el norte de Europa colonizadores dedicados al pastoreo de vacas que no aprovechaban los recursos marinos. El riesgo habría sido especialmente para los mediterráneos de piel morena que emigraron al norte con sus cultivos y animales domésticos.

Muestras de piel de individuos caucásicos (prepucios de niños obtenidos en el momento de la circuncisión) que se habían expuesto a la luz del sol en días despejados en Boston (42o N) desde noviembre a febrero no produjeron vitamina D. En Edmonton (52o N) este período se amplió de octubre a marzo. Sin embargo, más al sur la luz consiguió producir vitamina D a mediados del invierno. Casi toda Europa está situada al norte de los 42o N.. La selección natural se decantó a favor de las personas de piel clara y sin broncear que podían utilizar las dosis de sol más débiles y breves para sintetizar la vitamina D

Durante los gélidos inviernos, sólo un circulito del rostro del niño se podía dejar a la luz del sol, a través de las gruesas ropas, por lo que se favoreció la supervivencia de personas con las traslúcidas manchas sonrosadas en las mejillas características de muchos europeos septentrionales. Si por término medio hubiese sobrevivido un 2 por ciento más de hijos de personas con piel clara en cada generación, el cambio de pigmentación pudo haber comenzado hace 5.000 años y alcanzar los niveles actuales mucho antes del comienzo de la era cristiana. Pero la selección natural no tuvo por qué actuar sola, también la selección cultural pudo haber intervenido también. Probablemente, cuando la gente tenía que decidir, consciente o inconscientemente, qué niños alimentar y cuales descuidar, tendrían ventaja los de piel más clara, pues la experiencia habría demostrado que estos individuos solían criarse más altos, fuertes y sanos que sus hermanos más morenos. El blanco era hermoso porque era saludable.


Para explicar la evolución de la piel negra en las latitudes ecuatoriales, basta con invertir los efectos combinados de la selección natural y cultural. Con el sol gravitando sobre la cabeza la mayor parte del año y al ser la ropa un obstáculo para el trabajo y la supervivencia, nunca existió carencia de vitamina D (y el calcio se obtenía de los vegetales) y el raquitismo y la osteomalacia eran infrecuentes. El cárcel de piel constituía el problema principal, y la cultura se limitó a amplificar lo que la naturaleza había iniciado, es decir, los padres favorecían a los niños más oscuros porque la experiencia demostraba que, al crecer, corrían menos riesgo de contraer enfermedades mortales y deformadoras. El negro era hermoso porque el negro era saludable".


En resumen el racismo como todo tipo de prejuicio o idea preconcebida tiene, fundamentalmente, un origen irracional y basado en creencias falsas que han servido para legitimar situaciones injustas a lo largo de la historia, todo por una cuestión evolutiva, es decir, por un problema de sintetización de una sustancia química necesaria para nuestra supervivencia. ¿NO ES RIDÍCULO?

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