viernes, 16 de enero de 2015

EL COLOR DE LAS ESTRELLAS




En el cielo podemos encontrar miles de estrellas brillando, aunque cada una lo hace con diferente intensidad en función de su tamaño, de su “edad” o de su distancia a nosotros. Pero si nos fijamos con detenimiento o las observamos a través del telescopio veremos que, además, las estrellas pueden tener diferentes colores o tonalidades, desde el rojo hasta el azul. Así pues, encontramos estrellas con un intenso tono rojizo como es el caso de Antares, cuyo nombre significa precisamente “el rival de Marte”, puesto que compite con el intenso color del planeta rojo. Pero, ¿por qué tienen diferentes colores? 







El color de las estrellas depende básicamente de la temperatura de su superficie. Así pues, aunque parezca un poco contradictorio, las estrellas azules son las más calientes; y las rojas, las más frías. De esta forma nos encontramos estrellas azuladas como Bellatrix de más de 25.000 K y estrellas rojizas como Betelgeuse que apenas alcanza los 2.000 K. Si recordamos el espectro lumínico, que casi todos hemos visto en el cole de pequeños, entenderemos fácilmente este aparente contrasentido. Del mismo modo que todos sabemos que la luz ultravioleta es mucho más intensa que la infrarroja; el color azulado implica radiaciones más intensas, más energéticas y, por tanto, corresponde a temperaturas mayores.



Además, el color de las estrellas nos da una idea de su edad, así las estrellas más jóvenes son de una tonalidad azulada y las estrellas más viejas tienen la tonalidad rojiza porque ya han consumido casi todo su combustible y, por tanto, se han ido enfriando.

En algunas ocasiones observamos estrellas muy próximas entre sí de colores muy contrastados, como es el caso de  Albireo, en la constelación del Cisne. A simple vista, Albireo parece una estrella simple, pero con un telescopio o unos prismáticos vemos que, en realidad, se trata de dos estrellas, una amarilla (Albireo A) y otra azulada (Albireo B); aunque hay gente que la ve más verdosa o blanquecina. Pero sin duda es una de las dobles más bonitas y fáciles de observar!




Albireo A y Albireo B

El caso de Sirio, o de cómo la atmósfera 

nos juega una mala pasada.


Este estrella es una de las estrellas más brillantes del hemisferio Norte y cuando se encuentra muy cerca del horizonte  parece brillar en todos los colores, como si de unas luces de fiesta se tratase. Este fenómeno no es ni mucho menos producido por la estrella sino por algo mucho más cercano, nuestra atmósfera.
Las diferentes capas de aire a diferentes temperaturas de nuestra atmósfera provoca que el camino que recorre la luz proveniente de las estrellas no siga un camino recto, sino que se refracte una y otra vez según atraviesa nuestra atmósfera; esto es lo que los aficionados a la astronomía conocemos como turbulencia atmosférica y hace que las estrellas “titilen”. 


Seguro que alguna vez te has fijado en ese contoneo frenético de las estrellas, ese titileo, ese “parpadeo”, que resulta ser más intenso según miramos más cerca del horizonte (cuanto más cerca del horizonte está un astro, más cantidad de atmósfera tiene que recorrer su luz para llegar a nosotros y más se ve afectada por las turbulencias). Pues bien, en el caso de Sirio, al ser mucho más brillante el efecto es más llamativo. Así pues, en noches poco estables y cuando se encuentra cerca del horizonte, esta turbulencia hace que la estrella parezca no estarse quita y vemos como si brillara con distintas tonalidades. Un efecto natural y cotidiano que no tiene nada que ver con las estrellas y que también afecta a la calidad de las observaciones y de las astrofotografías.

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