Dime de qué color es tu coche y te diré quién eres. Según un estudio
realizado por Faconauto (Federación de Asociaciones de Concesionarios de la
Automoción), el gusto y la personalidad del conductor son los principales
factores que nos llevan a elegir uno u otro color. La seguridad ha quedado en
segundo plano: lo que prima es la estética.
Según este
estudio, los españoles elegimos el
color de nuestro coche por una mera cuestión estética frente a temas como la
seguridad o la cuestión práctica. Vivimos en la sociedad de la imagen. Los gustos personales, el estatus social, el
sexo o la edad son los factores que más inciden a la hora de decantarnos por
uno u otro color. Como veremos, hay colores para todas las
personalidades y gustos.
Faconauto
afirma que el negro o el azul oscuro
representan la elegancia, la sobriedad y el poder social. Por esta
razón, en la mayoría de berlinas de alta gama y automóviles de lujo, como Audi,
Mercedes, BMW o Jaguar, priman estas tonalidades.
Un ejemplo de ello, son los
vehículos diplomáticos: nunca veremos al presidente de EEUU bajarse de un
Jaguar blanco.
Los vehículos
de tonalidad gris engrosan los mayores números de venta en todo el mundo. La elección masiva de este color responde,
esta vez, más a una cuestión práctica
que estética: son más sufridos y se nota menos la suciedad. Así mismo,
el color gris o plata es el considerado más seguro, como revela un reciente
estudio realizado por la universidad de Auckland (EEUU). Pero, además, el gris se relaciona con personas que
buscan transmitir elegancia, respeto y cierto gusto por la estética “futurista”
.
Los colores brillantes y metalizados son propios de conductores
optimistas, que, sin embargo, no quieren dejar de lado la elegancia.
Normalmente, las personas que eligen estos colores gustan de ser el centro de atención en la carretera y ser foco de
todas las miradas.
El blanco, suma de todos los colores, es propio de conductores alegres, pero
indecisos. Ante la amplia gama de colores y las respectivas
nomenclaturas de la marca, el indeciso gusta de muchos y ninguno, al final opta
por llevarse todos en uno: el blanco. Según el estudio, los conductores de
vehículos blancos son personas
prácticas, que, al igual que el gris, optan por colores más sufridos.
Se ha comprobado que los conductores de automóviles naranjas son personas eminentemente prácticas, mientras que los vehículos rojos son conducidos por sujetos entusiastas, ambiciosos e impacientes.
No sólo la
personalidad, sino también el sexo y la
edad influyen en la elección cromática de nuestro vehículo.
Atendiendo a
los estereotipos:
los colores oscuros son elegidos por los hombres y los claros
por las mujeres. Aunque, como se recoge en el estudio, si han de compartir
coche, los hombres se decantan por tonalidades claras para satisfacer a su
pareja.
Otro factor
clave es la edad. Los adultos tienden a tonalidades grises, sobrias y
señoriales. Lo jóvenes, por el contrario, optan por colores brillantes y
fuertes. Sus preferidos: negro, rojo y amarillo.
Las ciencias sociales
siempre son inexactas, la razón de elegir uno u otro color responderá a los
gustos personales y a la personalidad del conductor. Cierto. Pero no todas las
mujeres optan por coches blancos o grises, ni todos los hombres por tonalidades
oscuras. También es importante la fisonomía del coche: dependiendo del modelo y
la marca un color u otro irá mejor. En definitiva, y como refleja el estudio,
todo es cuestión de gustos.
DuPont ha recurrido a Peter Weil,
profesor de antropología cultura de la Universidad de Delaware de Estados
Unidos, especializado en lo que se conoce como "antropología
estética". "Sabemos que durante al menos cuatro décadas los humanos
de todas partes han procesado el color del mismo modo", afirma el
antropólogo.
Revisando los datos
reunidos por Dupont sobre los colores de los vehículos en los últimos 56 años,
Weil ha llegado a la conclusión de que, por ejemplo, después del trágico 11 de
septiembre, cuando la sociedad se sintió vulnerable, asustada y triste, el
color de automóviles más vendido fue el plateado,
que culturalmente se asigna a la prosperidad.
Su popularidad decayó en 2007, cuando los economistas empezaron a alertar sobre
la fuerte recesión que se avecinaba. Ese año el color más popular fue el
blanco, que según Weil "se asocia con la transición". Dentro de los
colores también hay matices, por ejemplo, en los dos últimos años de crisis se
ha tendido hacia el blanco "perla", en sustitución del antiguo blanco
"tiza".
Se
cree que los colores fuertes, como el rojo o el amarillo, están implicados en
mayor número de accidentes y tienen, por lo tanto, una prima de seguro más
alta. Sin embargo, la mayoría de las compañías de seguros no tienen en cuenta la tonalidad
a la hora de cobrar la póliza, sino otras variables como la edad, el sexo o la
antigüedad del permiso de conducir. Además, coincide que el color más seguro,
el plata, es también uno de los preferidos en las compras, seguido del gris y
el negro.